SERES YONKIS

Un humorista de la tele comenzaba siempre su rutina cómica con un grito, "Yonkis de Euskal Herria" "Yonkis de la dictadura" "Yonkis de Madrid" etcétera. Qué hallazgo, qué bien traído. Los seres yonkis. Enganchados, imposibilitados de escapar de aquello que nos vuelve más ilógicos, más imposibles, más nosotros.

Enamorados, creo que es la palabra (perros enamorados será seguramente el título de algún infecto poemario, será también verdad) enamorados de edificios interminables, iglesias quemadas y bóvedas destruidas más hermosas que las que están enteras, recién pintadas e iluminadas por lámparas, eléctricas y horribles.

Yonkis del vivir inmóvil, del tiovivo inamovible. Yonkis de todo aquello que nos hace parecer eternos, que nos hace sentir que la vida no se escapa, de aquel sentir inexplicable y jodido que nos dice que seguimos siendo los mismos que hace un minuto y que hace diez años, como un póster de Kurt Cobain que no nos atreviéramos a quitar y que ahora a medias tapa una estantería de Ikea en representación de una vida adulta que no nos creemos. Que es sólo pátina. Que nos es imposible a ratos y el resto del tiempo aburrida.

Yonkis de noches largas, de instinto y de alcohol que lucha por no ser vomitado. De callejones y baños de bares en los que entras sin pensar, casi sin ver, sabiendo. Sabiéndolo todo.

Yonkis del mundo, uníos. Como una llamada a las armas con los filos y la mente embotados. Un grito tan en broma tan en serio. Yonkis asomando a la superficie definitiva.

Decide Don Quijote cuando llega a la Sierra Morena que va a ponerse a llorar por amor. Desesperado, desnudo, reventándose la cabeza contra las piedras. Todo por imitar a unos héroes que, en momentos de despechada desesperación, así también obraron. Le indica Sancho Panza (que aquí actúa de antiyonki y de antídoto) que sus antecesores, antiguos caballeros andantes, tenían motivos para hacer lo que hacían. Para desesperarse y gritar y llorar y arrancarse el pelo y vomitar durante horas y meses y años.

Don Quijote contesta que entonces con más razón. Que si los caballeros lo hicieron motivados por algo, el hacerlo sin motivo requiere más cojones, resulta "como más la hostia, ya sabes" en palabras textuales. Don Quijote es un puto yonki. Un yonki de vivir. Como todos. Como yo.

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