Barcelona instrucciones de uso

Como si del campo de juegos del puto George Perec se tratara, pero de un Perec lobotomizazdo o tras un tatamiento de electroshock o después de haber sufrido una receta equivocada de antipsicóticos.

Empezamos por el capítulo 257

Y vuelve a su cotidianeidad que es una manera de decir que vuelve a su propia locura o a su propio aburrimiento
Roberto Bolaño (Putas asesinas)


Y vuelve y vuelve y vuelve y vuelve y vuelve y vuelve y todo se vuelve ridículo, o ridículamente divertido o ridículamente trágico o ¿qué ha pasado aquí de repente?
Entre la quinta y la sexta copa, todo se ha vuelto gris, un bar que era como un club de caballeros londinense del siglo diecinueve y no lo era exactamente, o no lo era en absoluto. Como una conversación de caballeros londinenses del siglo diecinueve que dejan de serlo, sin chisteras ni corbatas ni un dónde están sus modales caballero mientras vomitan en el suelo del local; y no se sabe muy bien por qué ni en qué momento.

Qué

Se observa, no puede dejar de observarse, una conjeturada mancha de sangre en la acera. Un pequeño charco, rodeado de legiones de gotas sueltas.

Como una ginkana, un juego una carrera a la caza de significados ocultos. La locura desatada como en un salto o en una especie de escalera que se eleva entre oropeles de enorme tamaño e importancia. Que sube, inacabable, y que va perdiendo gracia belleza limpieza hasta convertirse, un último tramo casi imposible de imaginar, en una escalera de buhardilla o de ático o construcción última de un edificio de barrio chino lleno, llena (barrio y escalera i think i mean) de polvo, suciedad, manchas de conjeturada sangre o de óxido color sangre o de sangre convertida ya, de vieja, en óxido. A la caza, decía, de mi número doscientos cincuenta y siete. Rodeado por música vieja y nueva y un mar invisible y una pena invisible y una desazón, una especie de sensación que reconcome invisible las entrañas. Como falta de comida o mareo o demasiados cigarrillos. Todo es maravilloso, sin embargo. Es decir, todo lo visible lo es. Todo lo que puedes tocar lo es. Y así, aplastado por un oxímoron, trato de decidir lo real de lo irreal. La vida invisible gana credibilidad poco a poco en su amenaza velada. Como una navaja abierta y afilada. Que espera, espera sin parecerlo ni pensarlo (¿y cómo iba a pensar una navaja?) a cumplir su desafío o su misión esencial.
Este número ha terminado, parece. Inconcluso, y arcano.

No hay comentarios: